Las políticas de igualdad están en proceso de expansión del sujeto político por parte de las mujeres, sin renunciar al sujeto político de las mujeres, para incorporar a las personas que sufren discriminación por razones fundamentadas en el sistema sexo-género. Otras fuentes de discriminación estructural (clase social, edad, origen cultural…) interactúan con el sistema sexo-género, potenciando la vulnerabilidad y discriminación de las personas LGTBI+.

Por tanto, la discriminación y la desigualdad tiene su origen en un sistema patriarcal, que marca una jerarquía clara y unos límites muy rígidos entre lo que significa ser hombre y ser mujer y la heterosexualidad como normalidad.

Las acciones en el marco de las políticas LGTBI son transversales y abarcan todos los ámbitos de la vida de las personas y, por tanto, todas las políticas públicas.